Mi maravilloso viaje a Madrid, España
Madrid ciudad encantadora
Fue
hace cuatro años cuando crucé el inmenso Océano Atlántico junto
con mi querida mamá, en el
avión todo era tan emocionante,
ver el cielo desde la ventana y parecer poder tocarlo con las
manos, observar cómo cambia paulatinamente de noche al día con colores
que se van difuminado como si de un cuadro de
pintura se tratase y ver en su esplendor
a un luminoso lucero dándonos la
bienvenida a la desconocida Europa.
Saliendo
del aeropuerto ya se podía sentir la brisa
fresca acariciándonos el rostro, envolviéndonos con ese aroma tan… madrileño,
¡ah!, qué recuerdos tan agradables. Mi tío
estaba puntual, gustoso de
recibirnos en su bellísima ciudad; a través de la ventana de
su auto pude ver lo
diferentes que son los edificios,
los cuales no son tan altos como en Ciudad de México,
las casas, es decir los chalés (como les
dicen allá) tienen otra
arquitectura, el tráfico no es abrumador, para nada agobiante, algo extraño en una ciudad capital de la
importancia de Madrid, esto nos
pareció a mi mamá y a mí
muy extraño puesto que nos imaginábamos una ciudad más caótica, y con smog, pero lo
cierto es que es una ciudad organizada.
En
el largo mes que estuvimos lejos de
casa, conocimos lugares maravillosos, Madrid posee un gran número de áreas
verdes, verdaderos pulmones para la ciudad, tiene unos parques públicos
gigantes, en donde la gente practica deporte, los niños juegan en áreas
infantiles, hay grandes lagos con patos, gansos, cisnes; a lo alto de sus
colinas se puede divisar
parte de la ciudad, los pinos que
adornan los parques son gigantes e imponentes, la gente pasa divertidos fines de semana en familia realizando actividades
al aire libre, ¡oh!, cómo olvidar el
parque Juan Carlos I en el barrio de Corralejos, y por supuesto no podía
faltar la visita al emblemático e histórico parque de El Retiro con sus 125 hectáreas y más de 1,500 árboles, pasearse por sus inmensos y
preciosos jardines es maravilloso, admirando la
fulgurante belleza de sus flores, posee
además un estanque en el cual se puede practicar el remo; ¡madre mía!, es un
verdadero paraíso para los amantes de la naturaleza.
Caminando por la Gran Vía se pueden visitar tiendas
exclusivas de ropa, accesorios, zapaterías, restaurantes, cafeterías, hay
también hoteles, negocios de souvenirs,
etc; es
en resumen una de las zonas
comerciales más importantes de Madrid, pero aún con toda esa
gran actividad el tráfico vehicular no
es tan congestionado como en
Ciudad de México, en donde podemos pasar horas
esperando avanzar tan solo un metro de
distancia, ¡uf!.
No
puedo escribir de Madrid
sin mencionar el Relevo de
Guardia en el Palacio Real
el cual
se realiza una vez por
semana en la Plaza de la Armería, los
militares llevan los mismos
uniformes que se usaban en el siglo XIX, y los caballos pura
sangre son hermosos y elegantes,
mientras se realiza
el Relevo entrante y
saliente se escucha el concierto de la Unidad de Música
de la Guardia Real; ¡wow! todo
aquello es inolvidable, estando ahí
observándolos con esa gallardía y
apostura incomparable me pareció trasladarme al pleno siglo XIX, me sentía
como si en realidad estuviera viviendo en la época de Alfonso XII y Alfonso XIII, la solemne
ceremonia, la belleza arquitectónica del
Palacio Real, los jardines llenos de flores
de mil colores, me hicieron
sentir en las nubes, un espectáculo
memorable.
Ahora hablaré de
la comida, ¡olé! ¡qué delicia!, España es
famosa internacionalmente
por su arte
culinario, y no es para menos, con sus guisos que deleitan el paladar es imposible ser una varita
de nardo, tuvimos la
oportunidad de comer en
varios restaurantes y bares, nos gustaron mucho la paella valenciana, la fabada, los cayos
a la madrileña, la tortilla
de patatas y
calabacitas, el potaje de
lentejas, en cambio el gazpacho se nos
hizo algo asqueroso y repugnante, sin embargo tuvimos que
comerlo para no desagraviar a mi tío ya
que él lo preparó con mucho
esmero. Pero he de
reconocer que después
de un largo mes lejos de mi amado México, comencé a extrañar
las salsas, el guacamole, los tacos
al pastor, etc; los ingredientes nuevos, especias diversas, mezcla de
salado y dulce, hacen que la comida ibérica tenga sabores diferentes
a los acostumbrados, así como el chile
picante es un reto para los paladares
españoles.
En
todo ese
tiempo anduvimos en el metro y en
los autobuses, el transporte
público es muy ordenado, limpio
y de
buena calidad, la ciudad
es segura ya que
las veces que salimos mi mamá y
yo solas nunca nos
ocurrió ningún hecho
desagradable, de peligrosa no tiene
nada, se me hizo tan segura como caminar por las calles de Mérida, Yucatán y
la gente madrileña es muy amable, simpática, y agradable en su
gran mayoría, nos hicieron sentir como en casa, claro que como en todo hay gente odiosa; y bueno,
los hombres madrileños son muy
varoniles, de barba cerrada,
buena apostura, de rasgos viriles, miradas
profundas, y envolventes sonrisas, un manjar para la pupila, el observar a
los chicos madrileños es tan agradable como lo es ver un hermoso paisaje en el bosque.
Viajar a Madrid y tener la oportunidad
de conocer esa espléndida ciudad
ha sido una de
las experiencias más maravillosas y emocionantes de mi
vida, ciudad con garbo, galanura, llena de encanto
e historia, espero algún día tener la oportunidad de
volver y admirar de nuevo su belleza y
sentir mi piel bañada por sus
dorados rayos de sol.
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