LAS CORTINAS MALDITAS
LA TRÁGICA HISTORIA DE REBECA
Esta historia está basada en hechos
reales, sucedieron hace más de 40 años en la Ciudad de México, la infortunada protagonista
de ésta historia era una mujer de uno 38 años de edad llamada Rebeca, quien
estaba casada desde hacía 6 años con un hombre que para ese entonces tendría 40
años, era contador público y trabaja en un prestigioso banco de la capital
mexicana. Por su parte Rebeca era secretaria en una escuela secundaria pública,
su salario más el de su marido quien se llamaba Javier les permitía tener una
vida desahogada económicamente, vivían en un confortable departamento ubicado
en la colonia Narvarte, eran dueños de un lindo automóvil, ella tenía un niño
producto de su anterior matrimonio, en todos esos años la pareja no había
podido tener un hijo en común.
Nuestra protagonista físicamente era una
mujer de tez morena clara, cabello negro lacio que le llegaba hasta los
hombros, 1.60 de estatura, ojos color avellana, complexión normal, no era ni
flaca ni gordita, trataba de mantenerse en su peso comiendo saludable, cocinaba
con muchas verduras y legumbres, pero no hacía ejercicio físico, decía que le
daba flojera, de vez en cuando hacía rutinas de aerobics que veía en la
televisión, por lo tanto, Rebeca no tenía buenos reflejos, equilibrio ni fuerza
en sus músculos ya que no los ejercitaba.
Su marido Javier en cambio sí hacía
ejercicios, salía por las mañanas a correr al parque e iba al gimnasio a
realizar rutinas de pesas, era un hombre de buen cuerpo, 1.75 mts de estatura,
cabello castaño y ensortijado, bastante atractivo, todas las amigas de Rebeca
le decían que se había sacado la lotería casándose con ese hombre.
La joven mujer fue muy feliz en su
matrimonio durante los primeros años, pero de pronto comenzó a sentir más
distante a su marido, ya no era cariñoso ni detallista con ella, al contrario,
se había vuelto burlón, le decía que se estaba poniendo muy fea y sosa, la
pobre Rebeca no se explicaba el cambio en su marido, sentía que moría poco a
poco cada día, tenía miedo de que su esposo ya no la quisiera. Javier salía
solo los fines de semana por las tardes y regresaba muy noche, le decía que se
iba a ver el futbol con sus amigos, que se iba al estadio, etc., le inventaba
muchas cosas, Rebeca sabía que algo no andaba bien, pero aguantó la situación
esperanzada en que su marido recapacitara y volviera a ser el de antes, aunque
intuía que tal vez, la estaba engañando con otra mujer. Eso le dolía en lo más
profundo de su corazón, porque ella lo amaba a pesar de que intuía que él era
estéril y por esa razón no la había podido embarazar.
Pasaron las semanas y la situación no
mejoraba, se armó de valor y le preguntó si amaba a otra mujer, a lo que su
marido le respondió que no. Sin embargo, su conducta decía todo lo
contrario. En esos días a Rebeca se le
metió en la cabeza que debía de cambiar las cortinas de la sala, las cuales
estaban muy altas, era una idea, una obsesión que la perseguía constantemente,
cuando estaba en el trabajo, en el supermercado, jugando con su hijo, esa idea
le retumbaba en la cabeza, no la dejaba dormir, se levantaba y se decía en su
interior: “de hoy no pasa que cambie esas cortinas”, pero sus múltiples deberes
le impedían realizar dicha acción.
Una tarde fría y gris, el viento soplaba
muy fuerte, hacía un ruido estremecedor, la enorme ventana de la sala estaba
abierta y el aire helado entró al departamento moviendo las cortinas que
parecían volar, Rebeca se quedó mirando fijamente la ventana, de pronto,
escuchó que alguien le aconsejaba con una voz siniestra: “cambia las cortinas”…
“cambia las cortinas”…entonces sintió un impulso que la llevó a ir por unas escaleras
que tenían para trabajos del hogar, una fuerza desconocida le ordenaba que ya
no se resistiera a cambiarlas, que ya era hora, ella subió las escaleras sin
pensarlo y comenzó a quitar las cortinas, pero, en su afán por alcanzar los
ganchos calculó mal y no pudo conservar el equilibrio cayendo al piso y
dejándola inconsciente, su hijo oyó el ruido y vio a su madre tirada,
rápidamente llamó a una ambulancia, se la llevaron al hospital, el diagnostico
no fue bueno, había quedado coja para siempre como resultado de la caída, la
mujer estaba desconsolada, no daba crédito a su desgracia, cuando regresó a
casa pasaron unos días y Javier le informó que la dejaba, se iba con otra mujer
porque estaba esperando un hijo de él y la amaba. La pobre Rebeca sentía que se
le caía el mundo encima, en pocos días había quedado coja y perdía a su marido,
ella le dijo que lo amaba y que estaba equivocado, que lo más probable era que
ese hijo no fuera suyo, pero Javier, loco de alegría al creer que ese bebé era
de él no escuchó a su esposa y se divorció de ella.
El hombre se casó con la otra mujer, la
cual tenía fama entre sus conocidos de ser asidua a ir al mercado de Sonora,
lugar en donde visitaba a brujos para conseguir lo que deseaba, fuera un ascenso
en el trabajo o el amor, sus compañeros de trabajo le tenían miedo, alguno le
comentó todo esto a Javier, pero éste se burló y les respondía que eran unos
envidiosos porque él tenía a esa mujer tan atractiva y ellos no.
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